La sencillez de Fray Leopoldo refleja la grandeza de Dios

    Hay unas palabras de Jesús en el Evangelio que nos llenan de alegría cuando le escuchamos hablar con su Padre del cielo, bendiciéndolo por su manera de hacer las cosas. Jesús levantó los ojos al cielo y dijo: “Te doy gracias, Padre, porque has querido esconder estas cosas a los sabios y entendidos y se lo has querido revelar todo a los pequeños y sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido mejor”. Sin duda que es un precioso cántico de alabanza por la misericordia que el Señor tiene con los más humildes.

    Si estas palabras del Evangelio se pueden aplicar a muchos de nuestros santos conocidos y otros muchos de esos santos “de la puerta de al lado”, como dice el Papa Francisco, con más propiedad son palabras que describen la vida de Fray Leopoldo de Alpandeire. Su consagración a Cristo, siguiendo la espiritualidad de San Francisco de Asís, es una muy buena ilustración a eso que dice el mismo Jesucristo: los humildes, con la sencillez de su vida, entienden mejor a Dios que los sabios con toda su grandeza.

    Fray Leopoldo fue un hombre de fe sencilla pero convencida que trabajó de forma humilde en el campo hasta que ingresó en la orden franciscana. Fue entonces cuando se convirtió en un fraile “limosnero”, que vivía la providencia de Dios que se muestra en la caridad de los hermanos y que practicó el servicio y la entrega con todo lo que recibía de la generosidad de muchos. Su manera de vivir el Evangelio, su sencillez, su cercanía como hombre que vivía en la presencia de Dios y en la preocupación por los hermanos, le valió que muchos le buscaran para pedir consejo, para encontrar en él bendiciones o el alivio que necesitaba para las muchas dificultades de cada día.

    Me sorprende la gran devoción que, así mismo, mostraba Fray Leopoldo a la Virgen María. A muchos de los que acudían a él, los animaba a mantener la devoción de rezar tres “Ave Marías” para saludar a la Virgen y pedirle cada día su protección. Sin duda que alguien que hace eso es porque encuentra en la oración frecuente y en la devoción sincera, la fuente y el impulso de su vida y de todo lo que hace.

    Contemplar de esta manera a Fray Leopoldo de Alpandeire nos hace dar gracias a Dios por él y por el ejemplo de su vida. Al mismo tiempo nos invita a seguir el camino de la humildad, donde se encuentra verdaderamente a Dios, practicar la oración frecuente que será sustento para el trabajo y la entrega que el Padre del cielo espera de nosotros, sus hijos y fijándonos en Fray Leopoldo también, sentir una devoción hacia María, la Virgen Santísima, pidiéndole que Ella sea el amparo y la compañía dulce y tierna de una Madre, que necesitamos en el camino de seguir con fidelidad a su Hijo Jesucristo.